En contra de lo que se pensaba, que los bosques de monocultivo son más productivos, un estudio del Grupo de Ecología y Restauración Forestal de la Universidad de Alcalá ha demostrado que la diversidad biológica aumenta la capacidad de almacenamiento de carbono y la productividad de las masas forestales.
La investigación, en la que han colaborado el Instituto Nacional de Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA), el CSIC, la Universidad de Quebec y el Instituto alemán Max Planck, y publicada en la revista Global Ecology and Biogeography, analiza el papel de la diversidad como motor de la productividad forestal y de la captación de carbono en diferentes tipos de bosques en España.
Los científicos han constatado que la variedad de especies es decisiva y hace aumentar el almacenamiento de carbono en un 32% y la productividad arbórea en un 21%, respecto a las forestas de monocultivo.
En la investigación se han analizado más de 50.000 parcelas de inventarios forestales, de una gran variedad de ecosistemas, desde templados atlánticos hasta esclerófilos mediterráneos. Según Paloma Ruiz Benito, coautora del artículo, la pérdida de biodiversidad puede influir notablemente sobre el funcionamiento de los ecosistemas a través de dos mecanismos.
Por un lado, respecto a la complementariedad, que consiste en que en los bosques más diversos las diferentes especies pueden generar un mayor uso de recursos gracias a los procesos de repartición de nichos ecológicos, pues las especies que compiten entre sí utilizan los recursos de forma complementaria.
Por otro lado, en cuanto a la selección, ya que las especies más abundantes son las que controlan algunas funciones del sistema, como la captación de carbono. Cuanto más diversidad exista, mayor será la probabilidad de incluir estas especies.
El trabajo forma parte del proyecto FunDivEUROPE financiado por la Comisión Europea y con participación de 15 países. Su finalidad es cuantificar los efectos de la biodiversidad en los bosques en Europa de cara a la explotación de recursos como la madera o el corcho y a coordinar servicios ambientales como la regulación del ciclo hidrológico o la captación de carbono.
Algunos de los científicos implicados colaboran también en un proyecto que estudia a nivel mundial la capacidad de recuperación de los bosques frente a las sequías extremas, un fenómeno cada vez más habitual debido al cambio climático.