Analizamos las razones que invitan a la gente a quedarse en casa mientras otros se manifiestan
Joan Lerroux | 1 de octubre de 2012
Un fantasma recorre España: es el fantasma de la mayoría silenciosa. Millones de españoles a los que, aparentemente, se la suda que el gobierno haya incumplido todas y cada una de sus promesas electorales. Oh, es que los pobres no sabían que se encontrarían una realidad tan desfavorable. Ya, bueno, señor, pero es que para algo son políticos, ¿no? Si son incapaces de predecir la situación que van a encontrarse, que no se dediquen a ello. Así también yo me monto un partido. Me junto con unos colegas, bautizamos el partido con unas siglas molonas como El J•U•E•V•E•S (Juntos y Unidos Estamos Vaciando España de Seriedad), lanzamos cuatro promesas molonas como «Ganchitos para todos» o «Libertad para lo mío» y cuando ganemos nos dedicamos a cortar y repartir cual Conan el Bárbaro neoliberal. Fácil, ¿no?
¿Por qué esa gente no protesta en las calles? Vamos a verlo. Escuchemos qué puede decirnos esta mayoría silenciosa.
Es que, verá, yo confío en nuestros políticos, ¿sabe? Claro. Usted se enamoró de sus palabras zalameras. Se comprometió con ellos «hasta que la legislatura nos separe». Y desde entonces ellos se han dedicado a martirizarle y afostiarle sin piedad mientras le ponían los cuernos con los bancos. Pero claro, usted está enamorado y no se levanta ni grita ni denuncia sus abusos. Ah, l’amour… No se lo tome a mal, pero: ¿se ha dado cuenta que usted es una «víctima de la violencia de clase política»?
Uffff… ¿salir a la calle? ¿Seguro? ¡Es peligrosísimo! A lo peor me hago daño. Pues ahí tiene toda la razón del mundo. La calle está llena de atracadores, maleantes y, sobre todo, de policías que te cascan a la mínima. Con la nueva reforma laboral no puede usted arriesgarse a perder el trabajo por culpa de una porra perdida que le obligue a pedir la baja. Quédese en casa, alma de cántaro, mientras los políticos continúan urdiendo esas leyes que le hacen a usted tan vulnerable.
Yo paso. Que estoy muy cansado después del trabajo, oiga. Además, debo ponerme al día de muchas series de televisión. Como «Isabel», que dicen que está fetén. Vaya. A lo mejor usted se encuentra exhausto por culpa de unas leyes que abusan de usted en su puesto de trabajo. Pero nada, hombre, nada, vaya usted a ver «Isabel». Celebro que pueda «evadirse de la realidad» con una serie en la que 4 inútiles endogámicos se montan la vida padre a costa de mantener en la miseria al resto de sus súbditos. Porque a mi me parece que eso es justamente lo que pasa ahora en NUESTRA realidad.
¿Ir a una mani? ¡PUAJ! Yo paso de ese rollo, que están llenas de perroflautas y anarconazis y comeniños. Oiga, hágame un favor: dese un garbeo rapidito por esas manifestaciones. Solo uno. Ni que sea montado en un inexpugnable Mazinger Zeta empapelado con fotos de Carmen de Mairena fumando un puro. Para que nadie se le acerque, vaya. Pero podrá ver que es algo mucho más transversal que esa pantomima que retratan La Razón, El Mundo e Intereconomía, que son menos objetivos que el NODO.
Puede que esa mayoría silenciosa sea, al fin y al cabo, silenciosa por voluntad propia. Y es que más vale estar callado y parecer estúpido, que hablar y demostrar que lo eres.
EL JUEVES
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