Un ser antediluviano vive plácidamente en las oscuras aguas de este lago escocés, oculto a la mirada de todos.
Nessieteras rhombopteryx. Así lo llaman muchos de sus más fervientes admiradores, que dicen que es un plesiosaurio. Su debut en el papel cuché de los misterios tuvo lugar en 1933, cuando apareció una noticia en el periódico escocés Inverness Courier: un anónimo corresponsal —que después se sabría que fue el alguacil del lago Ness— contaba como el matrimonio MacKay vio en la superficie del lago algo que solo podía ser causado por un monstruo de gran tamaño. Como no podía ser de otro modo, ése año y el siguiente fueron especialmente fructíferos en apariciones estelares del monstruo. Quizá cansado de tener siempre detrás a los paparazzis, desapareció hasta 1951. Pero su paso a Hollywood lo dio en 1960, cuando un ingeniero aeronáutico llamado Tim Dinsdale lo filmó. Una filmación que no deja muy claro lo que realmente es. Al monstruo no debió gustarle pues volvió a desaparecer.
A pesar de la intensa vigilancia a la que se sometió al lago, nada se supo de él durante años. Dinsdale dijo que la sequía de resultados podía deberse a una presencia demoníaca (de hecho, afirmaba que en diferentes partes del lago podía sentir vibraciones satánicas).
En 1987 se llevó a cabo la mayor operación de rastreo de «algo grande que se mueva» en el lago Ness. Con un coste de 200 millones de las antiguas pesetas, dos docenas de lanchas provistas de sonar barrieron durante tres días el lago escocés, la mayor masa de agua dulce del Reino Unido. La operación Deepscan quedó, como todas las que se han realizado en este lago de 37 km de longitud y 1,68 km de anchura media, en agua de borrajas.
En 2003 la BBC decidió dar un carpetazo al asunto: 600 haces de sonar recorrieron con precisión milimétrica todo el lago para que el monstruo no pudiera esconderse detrás de ninguna roca. Lo único raro que se detectó fue una boya amarrada a bastantes metros bajo la superficie.
Nessie, como todos los misterios paranormales, es un buen negocio turístico, aunque el interés ha ido cayendo en los últimos años. Siguiendo esta estela, el monstruo también ha descendido en sus apariciones: de 10 a 20 hace una década a prácticamente nada en los últimos años.
MA. SABADELL